Alcalá de Henares puede presumir de muchas cosas, como ser la cuna de Cervantes o ser una ciudad Patrimonio de la Humanidad por sus innumerables atractivos culturales e históricos. Pero también puede sacar pecho al ser dueña de una tradición gastronómica que endulza muchos rincones de la ciudad. Y es que la costrada alcalaína es uno de sus dulces más emblemáticos, junto a las rosquillas de Alcalá o las almendras garrapiñadas. En este artículo te contamos dónde puedes disfrutar de un de las mejores costradas.
La costrada: un dulce con historia y tradición

Una de las mejores costradas de Alcalá de Henares
Si bien la tradición siempre está presente en la carta del Restaurante 1888, uno de los más queridos y visitados por los alcalaínos y turistas, la vanguardia también se deja notar en sus creaciones gastronómicas. Y en la costrada alcalaína no podía ser de otra forma. La fusión de tradición y vanguardia dan como resultado una reinterpretación más ligera, suave y crujiente, que se ha convertido en una de las mejores costradas de Alcalá de Henares.
En esta ocasión, la cocina de 1888 cambia el hojaldre por láminas finísima de pasta filo, consiguiendo una textura aún más crujiente. Se usan de 3 a 4 capas, untadas con mantequilla y espolvoreadas con azúcar glas, antes de hornearlas a unos 180 grados, hasta que adquieren el punto dorado que ya hace adivinar que probarlo va a ser una experiencia muy placentera.
Respecto al relleno, se elaborar con merengue italiano clásico, ligero, aireado y con el justo punto de dulzor para no empalagar al que se le suma una crema inglesa avainillada, que aporta delicadeza y aroma. Las capas se alternan con la pasta filo crujiente, crenado un postre de estética similar a una milhoja, pero con personalidad propia.
El toque final se consigue con una buena dosis de azúcar glas y almendra granillo tostada. El resultado es una costrada distinta, con una nueva estética y un ligero sabor sutilmente diferente pero que mantiene el alma y tradición de este producto tan alcalaíno.
Probar la costrada en 1888: una visita imprescindible para los golosos
